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Para que haya resurrección
y vida, se necesita que los empresarios abran nuevas fuentes de trabajo
para los campesinos, obreros y empleados. Que los gobernantes les alienten
con los apoyos oportunos. Que se defienda la integridad de los migrantes,
tanto de los mexicanos que van hacia el Norte, como de los centroamericanos
que pasan por nuestro territorio. Que obtengan su libertad los presos
pobres que son inocentes. Que la familia dé calor de hogar a los discapacitados,
a los enfermos por su adicción al alcohol y por males incurables. Que
los legisladores abran su mente y su corazón a los justos derechos de
los indígenas. Que se sigan abriendo más puertas para la paz en Chiapas
y que ya se cierren definitivamente las puertas de la guerra. Que continúe
el proceso de desmilitarización de las partes en conflicto. ¡Entonces
habrá resurrección! Puertas cerradas por miedo El miedo paraliza. Eso
les pasaba a los discípulos de Jesús, que, por miedo a ser atacados
por los judíos, atrancaban las puertas para darse seguridad. Es lo mismo
que sucede hoy. Hay miedo a salir de casa, sobre todo de noche, por
el temor de ser asaltados o de que las mujeres sean violadas. Tememos
al pasar por determinados lugares, pues nos exponemos al terror de las
bandas de ladrones y malvivientes. A veces se tiene miedo aún de la
policía y del ejército, pues algunos de sus miembros son atracadores,
en vez de protectores de la sociedad. Se teme a determinados vecinos
o individuos, por violentos y agresivos. La inseguridad social es uno
de los problemas más sentidos. Jesucristo Resucitado nos dice como a
las mujeres piadosas: "No tengan miedo" (Mateo 28,10). Pero para que
este miedo desaparezca, Jesús nos necesita. Urge que se implementen
medidas para que haya más seguridad pública. Que los padres de familia
eduquen moralmente a sus hijos, sobre todo con su ejemplo, para que
estudien y trabajen, no se hagan vagos, ni formen pandillas que atemorizan
a la comunidad. Que se evite la corrupción en los encargados de cuidar
a la sociedad y que sepan respetar los derechos de los más desprotegidos.
Que la televisión evite tantos programas violentos, que inducen conductas
delictivas dañinas a la comunidad. ¡Entonces habrá resurrección! La
paz esté con ustedes Impresiona la frecuencia con que Jesús desea la
paz para los suyos. Es que la paz es tan fundamental, que sin ella la
vida no es vida. Aunque se tenga dinero, salud, instrucción, belleza
y seguro de vida, sin la paz de la conciencia, del hogar y de la sociedad,
los otros bienes son inestables y superficiales; en cualquier momento
se pierden. Jesucristo Resucitado es nuestra paz. En él encontramos
el perdón de nuestros pecados, que son los que nos quitan la paz del
corazón. Sin esta paz de la conciencia, la paz exterior es insuficiente.
En Jesús encontramos fortaleza, amistad y comprensión. Siguiendo su
Evangelio, estamos seguros de no equivocarnos, pues él es la verdad,
el camino y la vida. Aunque todos nos abandonen, traicionen, critiquen
y calumnien, Jesús nos da seguridad y paz; estando con él, seremos capaces
de llevar nuestra cruz y nunca nos sentiremos solos. En él se encuentra
lo que en nadie más se puede hallar. Pero Jesús nos necesita para construir
la paz. Necesita tu consejo, para que los esposos en problemas y en
peligro de separarse, se perdonen y vuelvan a vivir en paz. Necesita
tu palabra y tu presencia, para que las comunidades divididas y enfrentadas
aprendan a perdonarse mutuamente los agravios, y así haya paz social.
Necesita tu apoyo, para que se respeten los derechos humanos de los
desprotegidos y haya leyes justas para los indígenas. Necesita tu compromiso,
para que se encuentren caminos de justicia para los pobres y de promoción
humana para los marginados. Necesita tu corazón noble y generoso, para
que perdones las ofensas recibidas y ayudes a crear un ambiente donde
se acaben de desterrar las armas y las venganzas. ¡Entonces habrá resurrección!
Cuando vieron al Señor, se llenaron de alegría La experiencia de estar
con Jesucristo Resucitado, produce en sus discípulos una gran alegría.
Estaban tristes, desconcertados, temerosos, encerrados y paralizados.
No sabían qué hacer, pues parecía que todo había terminado en fracaso.
Sus expectativas se habían derrumbado. Por ello, la presencia de Jesús
vivo entre ellos les cambia por completo el panorama. No se acaban las
dudas, pero todo va a ser diferente, sobre todo con la efusión del Espíritu
Santo en Pentecostés. Si quiere usted gozar de esta profunda alegría,
acérquese a Jesús. El está vivo en su Iglesia, por medio de la predicación
de la Palabra, la celebración litúrgica y el amor a los pobres. Lea
y medite la Sagrada Escritura, en la que él nos sigue hablando. Haga
oración, dondequiera que se encuentre; pero en especial ante el Sagrario,
donde tenemos la garantía de su presencia viva y eficaz. Reciba los
sacramentos, ante todo los de la iniciación cristiana, que son Bautismo,
Confirmación y Eucaristía. Participe activamente en la celebración de
la Santa Misa, principalmente los domingos. Acérquese con frecuencia
a la Confesión. Si ya decidió casarse, hágalo con la bendición de Dios,
por el sacramento del Matrimonio. Cuando padezca una enfermedad grave,
o requiera una operación quirúrgica, reciba la Unción de los enfermos.
Pero esto no basta. Es necesario ver al Señor en los pobres, en los
que sufren, en los presos, en los migrantes, en los indígenas, en los
discapacitados, en los huérfanos y en todos aquellos en quienes se actualiza
la Pasión del Señor. Que seamos su alegría, su esperanza, su consuelo,
su apoyo. ¡Entonces habrá resurrección! Yo también los envío a ustedes
Jesucristo Resucitado nos necesita para seguir amando, pues el amor
es lo que hace presente a Dios entre nosotros, ya que Dios es amor.
El nos envía, así como él también fue enviado por el Padre, para que
este mundo sea como un paraíso, pues ese fue el plan originario: que
todos seamos felices, como Dios es feliz. Tú, ¿de qué forma haces presente
el amor de Dios? ¿De qué manera eres una actualización de Jesucristo,
una prolongación de su acción salvadora, una epifanía de su servicio?
¿Cómo puedes hacer presente a Jesús: su ternura hacia los niños, su
protección y dignificación de la mujer, su perdón para los pecadores,
su preferencia por los pobres y los enfermos, su paciencia con los discípulos,
su profecía ante los orgullosos y prepotentes, su amor por su madre
y su respeto por quien hizo las veces de padre? Si te esfuerzas, con
la gracia del Espíritu Santo y la ayuda de la Virgen María, en asemejarte
a Jesús, para que él, por tu ser y por tu hacer, siga vivo y operante
entre nosotros, ¡entonces habrá resurrección! ¡FELICES PASCUAS PARA
TODOS! + Felipe Arizmendi Esquivel Obispo de San Cristóbal de las Casas
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